Ayer jueves estuve en el lanzamiento de una serie especial de portátiles de HP cuya rasgo más resaltante son sus cubiertas realzadas –y dibujadas—con novedoso diseños, usando una tecnología llamada HP imprint.

 

Aunque las portátiles son bastante llamativas y estoy seguro de que serán un éxito de ventas tanto aquí en Venezuela, como en el resto del subcontinente, si nos ponemos quisquillosos con el lenguaje, o más bien con la semántica, lo que HP está haciendo con eso no es personalizar la computación, sino más bien segmentarla. Personalizarla sería permitir que cada individuo configure y decore su portátil, no que tenga más modelos –¿y estilos?—para escoger. Pero dejando este aspecto de lado, me alegra ver que HP se quita de encima la imagen de aburrida –esto lo dijeron ellos mismos, yo sólo transcribo—y brinda opciones a los compradores.

 

Pero eso solo me hace recordar una anécdota divertida de cuando fui parte de una gran iniciativa de IBM y su división de portátiles –hace años cuando no sabíamos ni quien era Lenovo. Ellos realizaban todos los años dos reuniones en la región, una con clientes y otra con prensa, para mostrar sus avances en el diseño y preguntarnos que características buscaban los usuarios. La respuesta a está última pregunta era generalmente: buen precio. Pero yo, con mi influencia de usuario Apple, siempre les decía: “¡Incorporen más diseño! ¡Fíjense en lo que hace Apple!” La respuesta fue la misma año tras año, hasta llegar a tres: “no queremos clientes que compran máquinas por su color”.Pero al llegar al cuarto año, y la última reunión del grupo, el diseñador a quien solía fustigar con eso de la apariencia llamativa, se me acerca y me dice: ¡ya tenemos los elementos de diseño que querías! Acto seguido coloco su Thinkpad negra en frente de mi y con actitud triunfante saca una pieza plástica y la coloca encima de la tapa-pantalla de la portátil y he aquí que la portátil en lugar de ser completamente negra, ahora seguía siendo negra pero con una cubierta de color –creo que azul, roja o verde. Este era sin duda alguna un pequeño paso para la humanidad, pero un gran paso para IBM.

 

Pero los cambios drásticos, esos que representan una verdadera apuesta, están ausentes de muchos fabricantes grandes. Quizás en Asia ese paradigma se rompe más a menudo, con modelos y tamaños bastante diferentes, pero de este lado del Atlántico, o del Pacífico, es poca la innovación en estos equipos, y todos ofrecen más o menos las mismas prestaciones. Las decisiones del usuario se limitan a cuatro o cinco áreas: tamaño de pantalla, marca de procesador, tamaño de disco duro, tarjeta gráfica y ahora color o diseño. Las decisiones radicales, como en la MacBook Air, de eliminar la unidad óptica, usar un procesador no tan poderoso para bajar así el consumo, incluir conectores MagSafe para evitar caídas accidentales e incorporar diseño industrial en toda la carcasa no se permiten en las oficinas de los grandes fabricantes, que como mucho se atreven a hacer una portátil con pantalla que puede girar en dos ejes o ultra portátiles para viajeros con clase.

 

Desde el momento en que el diseñador de IBM mostró feliz las carcasas de colores hasta el día de hoy, para algunas compañías en el mercado de las portátiles, y en general de las PC, lo único que ha cambiado es la forma de poner esa carcasa. Si queremos ver innovaciones de verdad, creo que debemos esperar la próxima idea de Jobs y su equipo