Hace apenas dos días que leí en BBCMundo que Sony dejaría de producir diskettes de 3 1/2. De inmediato volteé hacia una repisa de mi oficina en la que guardo una gran cantidad de diskettes –aunque ya no tenga donde leerlos– y sentí nostalagia.

La pregunta inmediata fue qué hacer con esos discos. La respuesta ya la sabía: NADA.

Pregunto yo entonces: ¿y todos esos bytes, encerrados en los diskettes, a donde van a parar? Me parece recordar como ayer, a los ejecutivos de Imation señalando la larga vida de sus floppies, que para este momento no importa si erán más de 100 años o unas docenas de meses. De hecho podrían ser eternos, pero no tengo una unidad donde leerlos. Quízas estén tan bien conservados como algunas películas en Beta que aún están en algún rincón de mi closet. Igual nunca me enteraré si sirven.

Queda saber si hay algún cielo informático, en donde inclusive esos desactualizados medios de almacenamiento puedan estar hablandodeti