La decisión es dificil. Si eres dueño de un medio de comunicación tradicional y quieres cambiarte a la web en vez de esperar que esta acabe con tu negocio ¿que hacer?

La tentación en convertirse en un agregador es enorme. Los agregadores son plataformas para mostrar el contenido que generan terceros y al tiempo cobrar por avisos publicitarios en línea. Es un negocio muy diferente al de generar contenido, y se necesitan habilidades diferentes.

La ventaja es que los agregadores sólo necesitan –se que exagero, pero casi es así—una buena plataforma tecnológica, que se hecha a andar y después empieza a generar dinero. Se que es una simplificación bastante burda, pero la idea es que se entienda.

Si llevamos esto al mundo del cine, es como tener una sala para exhibir películas y para evitar cobrar por la entrada se exhiben comerciales antes, en el medio y después de la proyección…hasta allí bien. Pero resulta que en “este nuevo paradigma” las salas de cine se rehusan a pagar a los estudios por las películas y exhiben sólo películas de aficionados. ¿Algo le suena mal o conocido? ¿o ambas?

Pero no queda allí la cosa. Supongamos que una sala se da cuenta que las películas de un desconocido, digamos F Coppola, le gustan más a la gente que las demás y decide ofrecerle incentivos económicos proporcionales a la afluencia de personas que ve cada cinta. Un esquema de negocios con futuro se establece, aunque los márgenes no sean los que se merecen, ya que de seguro la sala de cine sigue ganado más que los demás.

Ahora bien, de aquí –el presente– en adelante, el desarrollo es bastante predecible, aunque no se den cuenta la mayoría de los que integran esta realidad. Otras salas notarán que Mr Coppola y varios más son buenos para el negocio e intentarán lograr acceso a sus contenidos, quizás de manera exclusiva. Mr Coppola cobrará cada vez más y se hará famoso, y quizás rico. Las salas para mantener su estructura en funcionamiento pondrán cada vez más opciones de publicidad, y algunas hasta tendrán la osadía de cobrar entradas a las personas, ofreciendo menos comerciales, asientos más cómodos y beneficios exclusivos.

Otros comerciantes montarán salas que exhiban sólo películas familiares y venderán sus avisos más caros a empresas como Fisher Price y Lego, aduciendo que tienen sentado en la sala a su público objetivo. Otros productores de valía, pero menos afortunados que Mr Coppola, decidirán unirse para producir películas de mayor calidad. El mismo Mr Coppola quizás utilice su fama para apadrinar a directores prometedores, que a cambio del respaldo y asesoría le brinden jugosas comisiones. Un aventajado alumno de Mr Coppola empezará a filmar en 3D todo tipo de películas, y los cines deberán adecuarse a esta nueva tecnología.

Con el tiempo Mr Coppola y una serie de directores exitosos –y quizás hasta alguna aventura comercial de una gran cadena de salas de cine—terminaran formando empresas para producir películas y venderlas a las salas de cine, y aunque estas empresas se llamen de otra forma, se parecerán mucho a los antiguos estudios. Claro, las empresas no tienen por que ser los antiguos estudios, pero ¿quien quita que si un estudio sabe/puede aguantar –y acelerar—esta trancisión, no sea el nuevo rey del negocio? Al fin y al cabo, ellos sabían hacer películas desde antes.

A veces los problemas son mas sencillos si los vemos en perspectiva. Espero que este corto mensaje sea capaz de hacer reaccionar a muchas personas que están pregonando la muerte de los medios impreso a manos de Internet. Ahora bien, si de lo que hablamos es del uso del papel…otras consideraciones podrían hacerse. De hecho me preocuparía mas ser papelero que periodista. Mientras tanto sigan disfrutando de hablandodeti, que se imprime directo en su pantalla, cada vez que usted lo desea.