La semana pasada, mientras me encontraba en el foro de desarrolladores de Intel en Brasil, Paul Otellini, el CEO de Intel, estaba en un evento de inversores, al otro lado del Mundo. Allí develo las intenciones de Intel de entrar al mercado de teléfonos inteligentes de manera seria –algo que no han logrado hasta ahora—y con la meta puesta en contar con una oferta de chip tan poderosa que obligue a Apple a considerar a Intel para sus iPhones y iPads.
La apuesta de Intel incluye violar la ley de Moore –precisamente uno de los fundadores de Intel—que dice, de manera muy general, que los procesadores duplican su poder cada dos años, al mismo tiempo que bajan su precio.

Esta ley, que hasta ahora se ha cumplido ha llevado a la industria a realizar grandes inversiones para poder mantenerse competitivos. La respuesta ha sido fabricar procesadores cada vez más pequeños, que en consecuencia funcionan más rápido –los electrones no tienen que viajar tanto espacio—y consumen menos energía.
Pero lo que plantea Intel con su línea de procesadores Atom, es algo que nunca se había intentado: reducir el tiempo contemplado en la ley de Moore, a la mitad. Se trata de generar procesadores el doble de complejos, cada año, hasta el 2014, lo que implica un avance en dos años, equivalente al que hubiera ocurrido en 4. Para esto Intel llevará el procesador Atom a sus más modernos procesos de fabricación, de 22nm y próximamente 14nm.

Ante la pregunta –algo incomoda, lo sé—que le hice a los voceros de Intel en el evento que hablaban del roadmap del procesador Atom— acerca de que si para lograr que Apple usara chips de Intel en sus iPhones y iPads, serían capaces hasta de licenciar arquitectura de ARM, la arquitectura dominante en chips móviles, la respuesta no fue la que esperaba. El vocero, sin indignarse, se detuvo, me miró y afirmó: “Apple es un gran cliente, haríamos lo que fuera por tenerlos”.

Así las cosas Intel, creo que con este plan de desarrollo de los procesadores Atom, estaré hablandodeti, más de una vez en el futuro.