Desde hace mucho se sabe que el poder de cómputo de los teléfonos se equipara con el de PCs de hace apenas unos años –o meses si se mira el avance actual— y que la tan anunciada convergencia no termina de ocurrir, pero si se siente cada vez de manera más inminente.

Primero ocurrió con Google, pero nadie los tomó en serio, cuando pensaron que podían hacer converger un sistema operativo con un browser –Chrome y Chrome OS. Pero Google ha tropezado con un obstáculo difícil: las personas n quieren que sus dispositivos dependan en un 100% de la conectividad y de un tercero.

Después Apple hizo pública su intención de ir de a poco haciendo coincidir el Mac OS X con iOS. Y Mac OS X Lion es el primer paso de esa estrategia.

Ahora Microsoft toma una decisión arriesgada y en dos días cambia el panorama completo de como lograr la convergencia, de la única manera además que podía hacerlo con cierto dominio de la situación: llevando Windows a los dispositivos, en lugar de crear sistemas nuevos para esos dispositivos.

Bien pensado es la alternativa que le quedaba más clara a Microsoft. Es quizás el único plan que Ballmer podía presentar al directorio y saber que lo aprobarían sin rechistar. Es llevar el juego al terreno que se domina, y aprovechar las ventajas de jugar de local.

Con una base instalada de más de mil millones de computadoras y dispositivos corriendo Windows… ¿por qué crear otro sistema para competir en los nuevos mercados?

Aprovechando los eficientes procesadores actuales de Intel –con arquitectura x86—Microsoft se lanaza a una aventura fríamente calculada: llevar windows a los teléfonos y tabletas, con la mínima modificación posible, para así jugar a una experiencia multipantalla, que no necesariamente es multifunción.

De lo que depende esta estrategia no es precisamente el hardware –ya Intel logró esto para Microsoft y desea como nadie de que tenga éxito—sino de algo mucho menos predecible: de la aceptación del público de Windows 8, su interfaz metro y de tener una experiencia de uso “virtualmente” única a lo largo de tres o cuatro pantallas.

Aquí Microsoft debe estar recordando con mucho cuidado el fracaso de Vista y el éxito forzado de Windows 7 –que se basó tanto en su mérito, como en el gran fracaso de Vista.

Google intenta hacer esta estrategia –ahora con Android—de los teléfonos hacia las tabletas, y después al PC. Apple también, desde el iPhone y el iPad hacia las Macs. Microsoft será el único en hacerlo en la dirección contraria, y por eso mismo se ve en la necesidad de cambiar su sistema en todos lados –Google y Apple parten de la experiencia móvil.

La convergencia real –un mismo sistema con capacidades equivalentes, en distintos dispositivos—está en camino. La arquitectura de Intel y la de ARM le sirven de camino. Es válido preguntarse entonces: ¿quién la logrará primero?
¿Hay cabida para dos o más arquitecturas convergentes?

Esto se decidirá en los tiempos por venir y al momento de escribir un post sobre el triunfo total de la convergencia… ¿estaremos hablandodeti Microsoft? ¿O de Apple? ¿O de Google?